Primera historia:
Una vez, un niño entró en la sala de emergencias de un hospital tras haber sido atropellado. El automovilista que lo auxilió, al solicitarle que por favor, efectuara el depósito necesario para poder atender al niño, informó que no poseía en ese momento efectivo o cheque que pudiera dejar en garantía, pero que si el hospital aceptara, efectuaría el depósito a primera hora de la mañana siguiente.
La enfermera, ante la imposibilidad de ordenar que el niño fuera atendido, fue a consultar el caso con uno de los directores del hospital que, justamente esa noche, estaba de guardia, pero el déspota doctor no dio la orden de atenderlo, hecho que lamentablemente condujo a la muerte al niño.
Un rato después, cuando el médico fue llamado a firmar el deceso del niño, descubre que éste era su hijo, quien pudo haberse salvado si él hubiera dado la orden de ser atendido...
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